martes, 15 de junio de 2010

PARTE VI – EL PRIMER BESO

Poco a poco, pasaron los días, y nos hicimos “inseparables”, parecíamos dos pajaritos enamorados, donde iba uno iba el otro, y empezamos a hacer cosas juntos y solos, pues teníamos gustos diferentes a los de los demás, o los buscábamos para poder estar a solas.


Mi hermano se hizo inseparable de mi primo, y yo de mi prima, por gustos al final nos repartimos de esa forma, con lo que nadie sospechaba gran cosa, lo vieron como una simple afinidad.

Pero mientras nosotros sentíamos, como crecía nuestro recién nacido amor. Éramos dos niños inocentes y como tal, ideamos para ir acercándonos, pequeños juegos muy tiernos y entrañables. Siempre estábamos de broma, y con los nervios que siempre teníamos al estar juntos, nos hacíamos cada vez mas patosos, nos tropezábamos juntos, nos agachábamos a la vez y nos golpeábamos la cabeza, siempre nos pasaba algo, pero, si no pasaba lo provocábamos, para poder, decir… “Me has hecho daño…” y claro, para pedir perdón por la torpeza, siempre nos dábamos un beso, así que estábamos a todas horas bromeando, y dándonos besos en la cara. Esto con el tiempo se convirtió en una batalla sin piedad por ver quien le debía mas besos al otro, pero a veces, había empate y nos teníamos que pedir perdón a la vez, y claro, al darnos el beso en la cara a la vez, poco a poco fue haciendo que los labios cada vez se fueran acercando mas y mas, y comenzamos a darnos “medios besos”. Solo juntábamos la mitad de nuestras bocas. Y como decíamos que nos habíamos hecho mucho daño mutuamente, había que dar muchos besos seguidos, y comenzamos a cerrar los ojos en esos besos. Empezamos a sentir… Ojala se pudiera explicar lo que sentíamos en estos primeros “medios” besos de nuestra vida

Recuerdo como el más bello de mis sueños, el día que juntamos completamente nuestros sabios. Una tarde ya anocheciendo, llegamos a casa de mi prima, no había nadie, y nos fuimos a la cocina, que era el sitio mas alejado de la puerta de entrada de la casa, para estar solos y tranquilos. Nos quedamos allí hablando casi a oscuras, con una ventana abierta, que era la poca luz que nos iluminaba. Yo me senté en la mesa de la cocina. Y ella se acerco, y se puso de pie entre mis piernas, y nos cogimos de las manos. No nos lo pensamos, y me dio una tierna torta sin fuerza como siempre, como pretexto para poder darme un beso de perdón. Pero yo hice lo mismo así que teníamos que pedirnos perdón mutuamente. Los dos nos dijimos que nos habíamos hecho mucho, pero mucho… mucho daño, y que había que pedir mucho más aun perdón. Comenzamos unos medios besos eternos, y suavemente acaricie su mejilla derecha, y empezamos a acercar nuestros labios, cuando se unieron, pude sentir como sus ojos y los míos se humedecieron, y saboree alguna lágrima, no se si era mía o de ella, pero se que aquel día, fue la primera vez, que los dos lloramos de felicidad, por estar juntos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario